Cataratas de Iguazu - Leyenda Argentina

Se cuenta en esta leyenda, que hace muchos años, una enorme y monstruosa serpiente habitaba en el río de Iguazu, cuyo nombre era Boi. Los indígenas guaraníes que habitaban, en este lugar, tenían que dar ofrendas una vez por año a la serpiente Boi. La ofrenda era tirar al río a un bella doncella, para que Boi se alimente y rejuvenezca.

Para esta ceremonia, se unían diferentes tribus guaraníes. Un año, vino una tribu guarní alejada, comandada por un cacique, cuyo nombre era Tarobá, quien al ver a Naipí, mujer que iba a ser sacrificada ese año, se enamoró perdidamente y pidió a los sacerdotes que no la sacrifiquen, a lo que los sacerdotes se negaron, pues la ira de la serpiente era destructora.

Una noche, antes del sacrificio, Tarobá, raptó a Naipí e intentó escapar por el río, pero Boi se enteró y se enfureció tanto que encorvó su lomo y salió presuroso al alcance, formando así, las cataratas de Iguazú, fue muy fácil atrapar a Tarobá y a Naipí, quienes fueron castigados.

A él lo transformo en los árboles que hoy podemos ver en la parte superior de las cataratas y a la cabellera de la bella Naipí en la caída de las mismas.

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Luego se sumergió en la Garganta del Diablo, y desde ahí vigila que los amantes no vuelvan a unirse, pero, sin embargo, en días de pleno sol, el arco iris supera el poder de Boi y los une.
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